Voz Ciudadana/ Armando de la Garza
La detección del portaaviones nuclear USS Nimitz (CVN 68) cerca de las costas de Baja California, junto con la actividad de varios aviones espías estadounidenses sobre el territorio mexicano, ha encendido las alarmas en un contexto de creciente tensión entre México y Estados Unidos. Este despliegue militar se produce en un momento crítico, tras la reciente designación de los cárteles de la droga como organizaciones terroristas por el ex presidente Donald Trump.
La decisión de Trump, que permite a Washington realizar intervenciones militares en suelo mexicano, ha reavivado el debate sobre la soberanía y la seguridad en la región. «La lucha contra el narcotráfico es un desafío que debe abordarse con cooperación y respeto mutuo, no con militarización», afirmó un funcionario del gobierno mexicano que solicitó permanecer en el anonimato.
El USS Nimitz, uno de los portaaviones más avanzados de la Marina estadounidense, ha sido identificado en aguas internacionales, mientras que los aviones espías han estado realizando vuelos de reconocimiento sobre diversas zonas de México, lo que ha suscitado inquietud tanto en el gobierno como en la sociedad civil. «Este tipo de operaciones solo aumentan las tensiones y pueden resultar en malentendidos peligrosos», comentó un analista de relaciones internacionales.
Desde el Departamento de Defensa de EE.UU., se ha justificado la presencia militar como parte de esfuerzos para monitorear y combatir el narcotráfico, afirmando que la seguridad en la región es una prioridad. «Estamos comprometidos a trabajar con México para abordar las amenazas a la seguridad, pero siempre respetando su soberanía», indicó un portavoz militar.
No obstante, la designación de los cárteles como organizaciones terroristas ha llevado a algunos sectores a temer una posible escalada militar que podría desestabilizar aún más la región. Expertos advierten que esta medida podría complicar las relaciones bilaterales y llevar a un aumento de la violencia en el país.
La población mexicana observa con preocupación estos desarrollos, temiendo un incremento en la militarización de la lucha contra el narcotráfico que podría tener consecuencias negativas para la seguridad y el bienestar de sus comunidades.
